miércoles, 29 de junio de 2011

Ojalá la música de hoy fuese como la de antaño.

La llamada ‘música’ de hoy en día desintegra por completo los verdaderos valores de ese concepto.
Los nuevos cantantes de las nuevas generaciones hacen añicos a grandes iconos de la música global (Ya no hablemos de cómo Pitingo destrozó aquel tema de Nirvana). Destrozan la esencia de todo lo que se concebía cómo el canto de las personas contra la opresión, una manera de expresar la libertad, una manera de expresar tus sentimientos. Ahora a eso se le denomina ‘pop’.
Y no digo que no haya pop bueno, hay grupos que son, sinceramente, grandes grupos del icono del pop. Pero luego llegamos al apartado de ese pop comercial, ese en el que no se escriben las canciones, si no que te las dan hechas. Ese pop en el que ni siquiera se saben las propias letras de sus propias canciones. Es genial que se las escriban, pero por lo menos podrían molestarse en intentar aprenderlas.
Ese es el futuro que le espera a la música, al icono tan sumamente hermoso de expresión humana. Desde siempre, todo se ha expresado con dulces notas, agudos compases, vibrantes melodías.
Esos nuevos iconos del llamado ‘pop-comercial’ deberían repasarse las listas de sus antecesores, deberían fijarse en cómo maltratan a tan precioso medio de comunicación.

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